Daniel Ceán-Bermúdez
@daniel_cean

Que dos o más hermanos practiquen el mismo deporte no suele ser nada extraño. Pero que lleguen a participar a la vez en competiciones del más alto nivel, como unos Juegos Olímpicos, ya no es tan habitual, aunque se hayan dado numerosos casos a lo largo de la historia. Mucho más difícil es que consigan éxitos en la misma edición de la gran fiesta del deporte mundial. Aún así se dan un buen número de casos. Sin ir más lejos, en la última edición de los Juegos de verano disputada hasta la fecha, la del 2016 en Río, las hermanas etíopes Dibaba, Tirunesh y Genzebe, subieron al podio en las pruebas de 10000 y 1500 metros de atletismo (bronce para la primera, plata para la segunda), las australianas Cate y Bronte Campbell formaron parte del equipo que logró el oro en el relevo 4x100 libre de natación, los irlandeses Gary y Paul O’Donovan remaron juntos hasta la medalla de plata en la prueba de doble scull y los británicos Alistair y Jonny Brownlee lograron el doblete en la competición de triatlón.

Menos usual es que los dos medallistas olímpicos de una familia en la misma competición sean hermanos de distinto sexo. Una muy reducida lista que se inició hace más de cien años con los éxitos en las pruebas de tiro con arco de los Juegos de Londres del 1908 que lograron el británico William Dod, campeón en la categoría masculina, y su hermana Lottie, medalla de plata en la femenina, y que, si hablamos de atletismo, sólo tiene hasta el momento un caso, el protagonizado por los estadounidenses Al y Jackie Joyner en Los Ángeles 1984.

El mayor de los dos Joyner, Al, llegaba a los juegos con 24 años de edad y como segundo clasificado en el triple salto de los exigentes trials estadounidenses por detrás del gran favorito, Mike Conley. El número 1 del ranking mundial de aquel año se clasificó para la final con el mejor salto en la ronda de clasificación, un magnífico 17,36 logrado a la primera que reafirmaba su condición de máximo aspirante al oro. En cambio, Joyner era tercero de su mismo grupo y cuarto del total doce finalistas, con un 16,85, conseguido en el último intento.

Sin embargo, en la competición decisiva todo cambiaba. Al aprovechaba a la perfección la fuerte ráfaga de viento a favor que se levantaba justo cuando era su turno de iniciar la prueba y volaba hasta un 17,26 que le situaba en cabeza por delante de Conley, cuyo salto inicial se quedaba a nueve centímetros de los 17 metros. Quedaban cinco intentos más y en ninguno lograba mejorar Joyner. Pero su liderato, aunque amenazado por Conley con un 17,18 en el tercer salto, se mantenía a salvo hasta el final. El viento no volvía a soplar con fuerza en ningún otro momento y los tres últimos intentos de Conley se saldaban con tres nulos al arriesgar al máximo para tratar de superar la marca de su compatriota. El favorito acababa en la segunda posición, derrotado por su joven compañero de equipo, que pasaba del octavo puesto logrado en el mundial del año anterior al oro olímpico.

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Al Joyner logró la victoria en la prueba de triple salto de los juegos de Los Ángeles 1984

Dos días después era el turno de la menor de los Joyner, Jackie, que acudía a Los Ángeles con 22 años recién cumplidos y una notable carrera deportiva en sus años universitarios, destacando tanto en diferentes pruebas de atletismo como en las canchas de baloncesto, donde era una de las estrellas del potente equipo de UCLA. En los Juegos la joven Joyner participaba en el heptatlón, competición que se presentaba de lo más abierta dado el boicot de los países del este, tradicionales dominadores de la especialidad en los años anteriores. Sin las alemanas orientales y las soviéticas la lucha por las medallas tenía un buen número de candidatas. Y una de las principales era la estadounidense.

La primera de las dos jornadas de la dura especialidad que combina carreras, saltos y lanzamientos se iniciaba en los 100 metros vallas, con primer puesto para la australiana Glynis Nunn mientras que Jackie lograba la sexta plaza. En el salto de altura ambas empataban a 1.80 en el décimo lugar, por detrás de la germana Sabine Everts, que se elevaba por encima del 1.89, y de otras ocho atletas que franqueaban el listón en alturas situadas entre las dos marcas. Las otras dos pruebas del día eran mucho más favorables a la estadounidense. Joyner lanzaba el peso más lejos que ninguna de sus veintidós rivales, siendo la única que lo enviaba más allá de los 14 metros, y se imponía en un apretado final en los 200 metros, igualada a la centésima con la alemana Everts y una por delante de la australiana Nunn. Sin embargo, ninguna de ellas completaba el primer día de competición al frente de la tabla, lugar que ocupaba la británica Judy Simpson gracias a su gran regularidad (segunda en las vallas, séptima en la altura, segunda en peso y décima en el 200). Tras la inglesa se situaban Joyner, Nunn y Everts, con las cuatro agrupadas en sólo 38 puntos y todo por decidir en las tres pruebas del día siguiente.

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Jackie Joyner en acción en la primera prueba del heptatlón en los Juegos de Los Ángeles

La segunda jornada comenzaba con la mejor prueba de Jackie, el salto de longitud, especialidad en la que estaba entre las mejores del mundo. Sin embargo, dos nulos en sus dos primeros intentos la obligaban a tener que asegurar al menos un salto válido en el último y se tenía que conformar con llegar a 6.11, lejos de sus mejores marcas y también del 6,71 que conseguía la alemana Everts, un registro que la situaba al frente de la general con un punto de ventaja. Unos minutos después, la estadounidense le daba la vuelta a la clasificación en el lanzamiento de jabalina, enviando el dardo más allá de los 44 metros y medio mientras la germana no llegaba a los 33. El resultado situaba a Jackie en primera posición, con 31 puntos de ventaja sobre la australiana Nunn, que había logrado buenos registros tanto en longitud como en jabalina, mientras la germana caía al tercer lugar, a 80 puntos y 25 por delante de la británica Simpson, que había ido cediendo posiciones desde su liderato de la víspera.

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Dos nulos en su mejor prueba, el salto de longitud, lastraban las opciones de Jackie en Los Ángeles

Quedaba por celebrar la carrera de los 800 metros. Dos vueltas a la pista especialmente duras después de dos días de competición y seis pruebas con tan diferentes exigencias para la musculatura de las atletas. Jackie la iniciaba desde la calle 2, con el vistoso vendaje sobre su muslo izquierdo que llevaba desde el inicio de la competición y con el objetivo de marcar de cerca de la alemana Everts, que salía por la 5, y la australiana Nunn, en la 7. Para mantener la primera posición y conseguir la medalla de oro, la estadounidense tenía que cruzar la meta a no mucho más de dos segundos de Nunn y a menos de cinco y algo de Everts, dependiendo las diferencias límite en cada caso de las marcas logradas por unas y otras. La europea y la de Oceanía partían dispuestas a jugar sus últimas bazas y alcanzaban la calle libre por delante mientras Jackie, animada desde el interior de la pista por su hermano Al, progresaba desde la sexta posición que ocupaba en los primeros metros para situarse tercera, justo por detrás de sus dos rivales, al paso por el 300. En el 400, Everts, la mejor de todas en la distancia, escuchaba el toque de campana un par de segundos por delante de Nunn y alrededor de tres respecto a Joyner, que con esas diferencias mantenía la primera plaza virtual en la clasificación.

Pero la última vuelta se le hacía demasiado larga a Jackie. Mientras Everts extendía su ventaja y Nunn salía en su persecución, la atleta vestida con la camiseta roja del Team USA cedía terreno poco a poco. El último 200 resultaba todo lo agónico que suele ser siempre en la carrera que cierra de una prueba combinada. Everts apuraba sus opciones hasta el final y cruzaba la meta en primera posición con una marca de 2:09.05. Justo a continuación Nunn alcanzaba la llegada en 2:10.57. Dos segundos y medio más tarde terminaba una agotada Jackie Joyner, que perdía la medalla de oro por el exiguo margen de 5 puntos, apenas un suspiro en los 800 metros y menos aún en el cómputo total de las siete pruebas celebradas a lo largo de los dos días. Para la estadounidense era, por tanto, la medalla de plata, el segundo metal para la familia Joyner en los Juegos de Los Ángeles.

Una cosecha magnífica que Jackie se encargaría de aumentar de forma espectacular en los siguientes años. Cuatro después, en Seul, no sólo se desquitaba de la derrota en el último momento del heptatlón, dominando con claridad la prueba sino que, además, conseguía también la medalla de oro en el salto de longitud. Un doblete que ya había logrado el año anterior en el mundial de Roma y del que se quedaría cerca en los Juegos de Barcelona, donde volvía a ganar el heptatlón mientras era tercera en longitud. Bronce que repetiría en sus cuartos Juegos, los de Atlanta 1996, para completar una carrera atlética extraordinaria, con tres oros olìmpicos, una plata y dos bronces además de cuatro títulos de campeona del mundo, dos en la combinada de siete especialidades y dos en el salto de longitud.

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Jackie Joyner se despidió del atletismo olímpico con el bronce en longitud en sus cuartos Juegos, los de Atlanta 1996

Mientras tanto, su hermano Al se había quedado definitivamente al otro lado de la pista, ese desde el que animaba a su hermana en Los Ángeles, tras contraer matrimonio con la extraordinaria (en todos los sentidos) Florence Griffith y convertirse en su entrenador. De ese modo, el apellido Joyner aparecería de nuevo en el palmarés olímpico, unido ahora al de la increíble ‘Flo’, ganadora de cuatro medallas en Seul, tres de oro en el 100, el 200 y el 4x100, y una de plata en el 4x400. En total, once medallas para los Joyner, una de las familias más laureadas en la historia de los Juegos Olímpicos, ranking poco conocido que encabezan los suecos Swahn gracias a las quince logradas por Oscar y su hijo, Alfred, en las competiciones de tiro de Londres 1908, Estocolmo 1912, Amberes 1920 y Paris 1924.

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Florence Griffith, casada en 1987 con Al Joyner, añadió en los Juegos de Seul 1988 cuatro medallas al palmarés de la familia Joyner

Por cierto, y ya que hemos centrado este artículo sobre todo en las parejas de hermanos de distinto sexo, en esa lista de medallistas olímpicos de la misma familia que cumplan tal característica de parentesco hay, si contamos también los Juegos de invierno, dos hermanos españoles. Son nuestros más famosos esquiadores, los Fernández Ochoa, gracias al oro de ‘Paquito’ en el inolvidable slalom especial de Saporo en 1972, y al bronce logrado por su hermana menor, Blanca, veinte años después en Albertville. Así que, puestos a soñar, y ya que hemos tratado este tema en el programa de Marca Runner Asturias que ha tenido como invitados a dos jóvenes hermanos que despuntan en el atletismo asturiano, Mariam y Youssef Benkert, les dedicamos este relato con nuestros mejores deseos de que sean ellos los siguientes en tan exclusiva lista.

MÁS INFORMACIÓN:

A MOMENT WITH OLYMPIC LEGEND AL JOYNER – entrevista a Al Joyner en la web del Team USA

JACKIE JOYNER KERSEE – biografía de Jackie Joyner en la web 'my black history'

JACKIE JOYNER-KERSEE - web oficial de Jackie Joyner-Kersee

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