SCHIPPERS REPITIÓ LA HISTORIA…
¡COBURN Y FRERICHS HICIERON HISTORIA!

Campeonato del Mundo de Atletismo – Londres 2017: Jornada 8

Empezaba a llover sobre Londres cuando apenas faltaban unos instantes para el inicio de la última carrera en la octava jornada de los campeonatos del mundo: la final femenina de los 200 lisos. Para los amantes de la historia del atletismo, ver esas gotas de agua cayendo sobre la pista era todo un augurio de victoria holandesa. Porque, casi 70 años antes, otro lluvioso día londinense había sido testigo del triunfo de una atleta de los Países Bajos en una final de la misma distancia.

Entonces, la extraordinaria Fanny Blankers-Koen se imponía en la prueba de la media vuelta a la pista para conseguir la tercera de las cuatro medallas de oro que acabaría logrando en los Juegos Olímpicos de 1948. Y lo hacía, además, con una extraordinaria ventaja, distanciando en siete décimas de segundo a la primera de sus muy lejanas perseguidoras. Ahora, a punto de cumplirse siete décadas de aquella fecha, otra neerlandesa alta y rubia, Dafne Schippers, partía entre las favoritas para conseguir el triunfo que, en su caso, sería su segundo título mundial.

Eso sí, por mucho que lloviese, el escenario fuese de nuevo un estadio olímpico de la capital británica y se pudiera repetir la historia en cuanto a la nacionalidad de la vencedora, lo de ganar con tanto margen cómo había hecho Fanny en aquel 6 de agosto de 1948 iba a ser totalmente imposible. Los tiempos han cambiado, la igualdad entre las finalistas actuales es mucho mayor y entre las siete que se enfrentaban a la vigente campeona olímpica había al menos dos con tantas o más opciones que ella de ser la primera en alcanzar la meta. Una era la marfileña Marie Josée Talou, que la había batido en la final de 100. La otra era la bahameña Shaunae Miller, recuperada de su inesperado ‘pinchazo’ a apenas unos metros de la meta cuando estaba a punto de ganar el oro en el 400. Las dos partían, además, en las calles inmediatamente anteriores a la ‘seis’ ocupada por la holandesa, que les serviría de referencia en la siempre importante curva sobre la que discurre la primera mitad del frenético 200.

De las tres, la elegante Miller era la menos rápida en los instantes iniciales, dónde la cuatrocentista caribeña no podía igualar la explosividad de dos sprinters puras como Schippers y Talou. La holandesa entraba en la recta ligeramente por delante de la atleta de Costa de Marfil. El oro se iba a decidir en un duelo espectacular entre las dos por mucho que Shaunae fuera ganando velocidad y se les acercase poco a poco, recordando centímetros por la calle 5 con su amplia zancada. A su izquierda, por la 4, Talou apretaba al máximo, a su derecha, por la 6, Schippers resistía en cabeza. ¿Aguantaría la holandesa en primera posición o llegaría la marfileña a alcanzarla y rebasarla?

El acusado contraste entre el aspecto físico de las dos contendientes hacía aun más fascinante su pugna. Bajita, morena, de piel color café, cuerpo fibroso y lleno de agilidad la africana. Alta, rubia, con tez de alabastro, figura musculosa y de piernas tan interminables cómo potentes la europea. Talou y Schippers no pueden ser más distintas y, sin embargo, cómo ya había ocurrido en la final del 100, cuando la primera de ellas había alcanzado la meta apenas una décima de segundo por delante, avanzaban a prácticamente la misma velocidad. Su pugna en el 200 se decidiría en unos segundos que parecían transcurrir a cámara lenta, y que, precisamente, es la toma lateral con imagen ralentizada la que mejor permite apreciar en toda su extraordinaria intensidad. Finalmente, Schippers lograba mantenerse por delante y alcanzaba la meta tres centésimas de segundo antes que Talou para proclamarse campeona del mundo. El augurio de la lluvia londinense se había cumplido y una holandesa había vuelto a llegar la primera en una final de 200 celebrada en Londres.

De lo que no había antecedente histórico alguno, en cambio, es de lo que ocurrido apenas unos minutos antes en la otra final femenina incluida en la jornada del viernes, la de los 3000 metros obstáculos. Una prueba dominada cómo pocas en todo el programa atlético por las atletas de un mismo país: Kenia. Un total de cinco competidoras procedentes de la nación africana estaban entre las catorce participantes. Tres en representación de su país de origen, otras dos con los colores de Bahrein. De estas últimas, una era la actual campeona olímpica y plusmarquista mundial, Ruth Jebet, cuya superioridad en la final de Río el año pasado todavía estaba fresca en la memoria de todas sus rivales. Pensar que cualquiera de ellas pudiese ganarla se antojaba imposible. Imaginar siquiera que fuese capaz de hacerlo alguna no nacida en África era poco menos que una quimera.

La carrera se presentaba de lo más predecible y todo iba más o menos según lo esperado en los giros iniciales, con las africanas controlando la situación hasta que llegase el momento de poner esa marcha más que sólo ellas tienen y las hace poco menos que imbatibles. Pero, por mucho que los pronósticos lo indicasen, este no iba a ser un 3000 obstáculos cómo las demás. Al final de la tercera vuelta la keniata Beatrice Chepkoech se despistaba y seguía por la curva en lugar de tomar el camino que lleva a la ría, protagonizando un despiste tan inusual cómo el desenlace que iba a tener la prueba. Poco después, Jebet intentaba repetir su mortífero tirón de hace un año en los Juegos Olímpicos, pero no tenía la fuerza de entonces y cedía terreno. La campeona mundial junior y única en haber bajado este año de los 9 minutos, Chespol, acusaba el esfuerzo de tratar de seguirla y también se descolgaba. Cada vez faltaba menos para el final y en cabeza ya sólo quedaban cuatro mujeres… y dos de ellas eran de raza blanca y vestían el uniforme azul de Estados Unidos, Emma Coburn y Courtney Frerichs.

De todas formas, Kenia aun tenía dos bazas en ese cuarteto, Chepkoech, que se había rehecho de su monumental pifia, y, sobre todo, Kiyeng Jepkemoi, la vigente campeona mundial. Pero la primera había tenido que hacer un sobreesfuerzo para retornar al grupo tras su ‘excursión’ fuera del recorrido y no podía aguantar el último tirón. De repente lo imposible ya no lo era tanto. El oro se lo iban a jugar entre una keniata y dos estadounidenses. En todo caso, aun con esa superioridad numérica de dos a uno las apuestas seguían con la africana… ¿cómo iba a perder Kenia en ‘su prueba’? Sin embargo eso era justamente lo que ocurría… ¡y por partida doble! En la última vuelta Kiyeng apretaba pero Coburn se mantenía a su altura y Frerichs iba pegada a sus talones. Al paso por la última ría, mientras la más alta de las estadounidenses la franqueaba con soltura y elegancia, la menuda africana se quedaba algo ‘enganchada’ a la salida del foso de agua, cedía un metro ante la primera yanqui y se veía rebasada además por la segunda. Lo imposible estaba haciéndose realidad ante los sorprendidos ojos de todos los que mirábamos. Kiyeng intentaba recuperar el terreno perdido… pero no sólo no lo conseguía si no que la distancia respecto a Coburn aumentaba cada vez más y ni siquiera podía rebasar a Frerichs. Las dos estadounidenses cruzaban la meta brazos en alto, Emma claramente por delante, Courtney a continuación, y se fundían poco después en un emocionado abrazo, no sé si más exultantes que incrédulas o al revés. En el mundial de las sorpresas había saltado la que tal vez pueda ser la mayor de todas, derrota de Kenia y doblete de Estados Unidos en los 3000 metros obstáculos… ¿quién había dicho que era imposible ganar a las africanas?

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Antes de las dos carreras que cerraron de forma tan espectacular la octava jornada de estos campeonatos en los que los pronósticos parecen valer de muy poco, estos sí se habían cumplido en las otras dos finales del día, la femenina de longitud y la masculina de martillo. En la del salto para las mujeres, la sensacional Brittney Reece lograba su cuarto título mundial gracias a ser la única en registrar una marca por encima de los siete metros, con el 7.02 de su tercer intento, el último de los dos únicos válidos que conseguiría en todo el concurso. Un triunfo que ¿quien sabe? igual llegaba también al dorsal mal fijado en la espalda de Ivana Spanovic, cuya huella sobre la arena hacía perder a la serbia unos preciosos centímetros en el último intento, cuando a simple vista parecía haber aterrizado en la arena más allá que ninguna de sus rivales.

Menos incertidumbre hubo en la prueba protagonizada por los fornidos martillistas. Una competición que es a Polonia lo que la de 3000 obstáculos a Kenia, y en la que Pawel Fajfek se encargó de mantener su supremacía. El extraordinario lanzador polaco, con gafas de intelectual, rostro amable y cuerpo de guerrero, envió la pesada bola de más de siete kilos cerca de los 80 metros para lograr su tercer título mundial y completar el doblete polaco en la especialidad después del triunfo, unos días antes, de su compatriota Anita Wlodarczyk en la competición femenina.

Entre ambos concursos se celebraron las semifinales del 800 femenino y el 1500 masculino. En las primeras, la superioridad mostrada por Semenya deja poca opción a pensar en otra cosa que no sea un claro triunfo de la sudafricana en la final del domingo. En las segundas todo estuvo mucho más abierto, con tres carreras duras, tácticas, de esas que en el argot del mediofondo se llaman ‘perras’. Y tal vez en la más difícil de todas estaba encuadrado el español Abel Mechaal, que se defendió con uñas y dientes, no se arrugó en el cuerpo a cuerpo, codazos incluidos, y acabó accediendo por puestos a la carrera de los quince mejores. Su presencia en la carrera decisiva, que se disputará en la última jornada del certamen, devuelve los colores rojigualda a una final mundial en la prueba fetiche de nuestro atletismo. Una carrera en la que pensar en que pueda reeditar los éxitos, en forma de medalla, de los inolvidable José Luis González, Fermín Cacho o Reyes Estévez parece poco menos que imposible. Pero, visto lo visto en estos mundiales, lo imposible no lo está siendo tanto… o, al menos, no siempre. Al fin y al cabo, ya hemos visto perder a Bolt en el 100, ganar a un noruego en el 400 vallas, vencer el 200 para Turquía a un azerí, y hasta hacer doblete a dos europeos en el 800 masculino y, lo más increíble de todo hasta la fecha, que dos estadounidenses terminen primera y segunda en los obstáculos femeninos. Casi parece que cada día supera al anterior en cuanto a resultados inesperados, así que mejor nos dejamos de pronósticos mientras seguimos disfrutando de unos campeonatos del mundo que están siendo realmente impredecibles.

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