ENTRENAMIENTO:
EMPEZAR A CORRER

Cuando alguien llega con la idea de empezar a correr, lo primero que hacemos son tres preguntas:

¿De dónde venimos? (en que estado se está para empezar a trabajar)
¿A dónde vamos? (el objetivo que tenemos marcado o nos queremos marcar)
¿Qué es lo que hemos hecho hasta ahora? (cual es nuestro historial deportivo)

Sobre todo, hay que ver dónde estamos. El hecho de tener una base de entrenamiento de hace unos años no quiere decir nada. Puedes haber tenido un parón, por cuestiones laborales o de estudios… o lo que está ahora más de moda: gente que, después de diez años de haber cambiado totalmente su vida, por tema de estudios, asentarse en el trabajo, etcétera, empiezan otra vez a correr.

Generalmente, hay la creencia de que correr es una manera de ponerse en forma, pero yo opino que, en realidad, hay que ponerse en forma para correr. Hay que estar preparado para correr. Es una habilidad que nuestro cuerpo ha sido capaz de desarrollar y refinar durante muchos millones de años de evolución del ser humano… pero, por nuestros hábitos de vida, perdemos en gran medida esa capacidad natural que tenemos de correr y nos atrofiamos. Por estar muchas horas sentado, por nuestros hábitos alimenticios y por malas posturas en general, hacemos que salir correr pueda ser mucho más lesivo de lo que de por si ya es.

En realidad, nuestro cuerpo está preparado, tiene todas las herramientas necesarias para correr y no hacerse daño, pero hay lesiones que se pueden producir. Tenemos la lesión interiorizada como algo que va intrínseco a la carrera cuando estamos preparando algo, y no debería ser así. Sabemos de que nos vamos a lesionar, sabemos que hay probabilidades de que tengamos determinadas lesiones, y nosotros, como entrenadores, tenemos la responsabilidad de que esas lesiones estén alejadas del deportista.

Por todo ello, lo primero que se debería hacer es una pequeña evaluación, unos tests funcionales, saber un poco como funcionan las estructuras de nuestro futuro corredor y ver por dónde deberíamos empezar a adaptarlo o readaptarlo de cara a que se ponga a correr.

Si no sabemos cómo, porque, al final, la formación de entrenadores en eso cojea bastante, pues se busca un fisioterapeuta. Hay muchos centros especializados que nos pueden evaluar estructuralmente y darnos unas pautas para que el entrenador sepa que es lo que tiene que reforzar antes de ponernos a correr. Y luego, ya en el ámbito de la fisiología pura y dura, hay que hacer un test de esfuerzo, o algo similar, que nos de las bases y las zonas de entrenamiento, dentro de lo que es la labor tradicional del entrenador, que es marcar tantas series, a tal ritmo.

Al final, hay que hacer un compendio de todo, el trabajo del entrenador tiene que ser algo mucho más completo que simplemente tratar al atleta como un motor, porque no somos sólo motor. Somos motor y el chasis, y eso es lo que vamos a entrenar. Si conseguimos alejarnos de las lesiones, ese motor va a ser capaz de rendir mucho mejor simplemente por la continuidad.

DEJA TU COMENTARIO:

¡COMPARTE!